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martes, 10 de febrero de 2009

Entrevista a María Menéndez-Ponte


P: ¿Se ha basado usted en vivencias personales para escribir sus libros?
R:Sí, sí, mucho, sí, porque yo siempre digo que la literatura y la vida en mi caso van muy unidas y en el caso, por ejemplo, de Nunca seré tu héroe el personaje tiene mucho de mi hijo Álvaro, no es su vida ni nada de eso, pero tiene connotaciones; en el caso de Maldita adolescente retazos de la vida de mi hijo pequeño, pero siempre hay flashes de mi vida en todas mis novelas: en Las dos caras del playboy es del día que entré en el cuarto de mi hijo y lo pillé con la revista Playboy. El poso amargo del café es la historia de un chaval que yo conocí. En general hay vivencias personales y de gente que conozco y de mis hijos
P: ¿Ha dedicado toda su vida a la literatura?
R: Yo creo que sí, aunque también he realizado trabajos en la enseñanza, en revistas, algunos trabajos musicales de pedagogía, pero, fundamentalmente sí, sí, he dedicado toda mi vida a la literatura.
P: A la hora de empezar ¿hace algún esquema, crea antes a los personajes o empieza a escribir directamente y le va saliendo la historia?
R: No, no hago ningún esquema, pero tengo que tener muy dentro de la cabeza el personaje principal fijo y los más importantes, y tener muy clara la voz del personaje principal sobre todo cuando es en primera persona, es decir, cómo habla, cómo se expresa, qué piensa; la idea en general de la novela, de dónde quiero partir y a dónde quiero llegar. Y ya va madurando hasta que explota en la cabeza y tienes que escribirla. Al principio los personajes son marionetas, pero al final son de carne y hueso y ellos te van marcando un poco las tramas por donde ir, el final.
P: En Maldita adolescente y en Nunca seré tu héroe se ve la preocupación que tiene por las drogas, el alcohol, la violencia, ¿cuál es, en definitiva, la finalidad de estos libros?
En realidad nunca escribo con finalidad, a mí me espantan ese tipo de libros, esos libros con moralinas, que ya me empiezan con el rollo, la moraleja… Sin embargo, aunque mis libros no tienen esa idea, luego enseñan. Un libro bien escrito enseña mucho. Tú te metes en la piel de un chaval de verdad y ves que todo es con pasión, con verdad, con intensidad… De los personajes se sacan muchas enseñanzas, por ejemplo, en Maldita adolescente hay mucha gente que me ha dicho que le servido de psicólogo y que lo han leído hasta siete veces; y el de Nunca seré tu héroe igual: ha cambiado muchas vidas. Es verdad que un libro puede enseñar y lo hacen para mí todos los libros que he escrito y todos los que he leído me han enseñado algo. Aunque no todo el mundo lo recibe igual, te puedes sentir más identificado con un personaje o con otro... Yo tampoco puedo dar una enseñanza ni soy quien para darlas, sólo muestro mi extrañeza por las cosas, por los jóvenes, el cómo os utilizan, porque hoy en día se os utiliza, parece que el botellón es el invento del siglo de los jóvenes, no, eso es mentira. Y os utilizan porque es una edad en la que uno se está formado y os influencian fácilmente: sois una carne de cañón fácil y, bueno, esos temas me preocupan pero más me preocupa la hipocresía de la sociedad…
A un joven cuando le das cosas buenas responde, como por ejemplo Fama.
Pero si a un joven lo lanzas a la sociedad dura y difícil y lo sobreproteges se hacen débiles y acaban tomando las salidas más fáciles como drogas y alcohol.

P:Aprovechando nunca seré tu héroe, ¿quiénes fueron tus héroes?
Pues mira mis héroes, tengo distintos. Los fundamentales son mis hijos

José Carlos Redondo e Inmaculada Lopera

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